Hambre selectiva. Picky eaters.
Cuando los niños tienen el hambre real o natural cubiertos, comienzan a hacerse exigentes, puesto que la necesidad primaria de alimentarse está cubierta. Aquí es donde aparece el hambre selectiva, o comedores quisquillosos, también conocidos como picky eaters. En el post de hoy, Jonathan Flores, dietista en formación, nos hablará sobre en qué consiste esta conducta tan recurrente los peques de la casa.

Si tu hijo es muy selectivo a la hora de comer, puede que sea un ‘’picky eater’’. Este término en inglés se traduce literalmente como ‘’comedor quisquilloso’’. Un artículo científico redactado en 2015 por Caroline M., Taylor Susan M. Wernimont, Kate Northstone y Pauline M. Emme lo define como la falta de voluntad para comer alimentos familiares o probar nuevos (normalmente vegetales y frutas), así como por fuertes preferencias alimentarias (normalmente dulces y energéticos en general).
Las consecuencias pueden incluir una mala variedad dietética durante la primera infancia como afirman los autores Hafstad et al. (2013), que deriva en la preocupación sobre la composición nutritiva de su dieta y los posibles problemas de salud que acarrearía.
Los autores McCormik y Markoqitz (2013) nos dan diferentes señales que indican la presencia de un comportamiento caprichoso a la hora de comer: jugar con la comida, tardar mucho en comer y solo probar unos bocados, distraerse mientras come, rechazar diferentes grupos de alimentos, texturas o temperaturas, ingerir principalmente líquidos para cubrir su necesidad energética y, en definitiva, que la hora de la comida sea un tormento para todos.
El tiempo de prevalencia de este comportamiento selectivo no se ha estudiado, y no hay consenso en cuanto al momento en el que se produce el pico máximo del mismo. Algunos estudios realizados por diferentes autores muestran resultados distintos. En algunos, el pico iba desde los 2 a los 6 años, y en otros de 1 año y medio a 3 años y medio. También se puede dar en edades más avanzadas como los 11-12 años. En cuanto a las causas de este, algunos estudios no lo atribuyen a ninguna en concreto. Sin embargo, otros sí. Entre las más comunes se encuentran: menor duración de la lactancia materna, introducción de alimentación complementaria (en especial de alimentos enteros y masticables) tardía , presión para comer por parte de los padres y poca variación alimentaria de los mismos. Los mismos autores afirman que corrigiendo estas pautas hay menor riesgo de que aparezca este comportamiento selectivo.
Aunque cada niño es un mundo, las siguientes recomendaciones pueden ayudar a superar este comportamiento:
· Comer juntos: Los niños necesitan ver comer a sus padres para ver qué comen y como lo comen, y poder imitarlos. Por ello, es importante revisar los propios hábitos alimentarios.
· Establecer horarios de comidas: Esto regula el apetito del niño y determina cuánto dura cada comida.
· Exposición a amplia variedad de alimentos: Aunque rechacen las primeras veces un alimento, no significa que no les vaya a gustar o no lo vayan a probar, simplemente necesitan verlo más veces para decidirse.
· La comida debe ser una experiencia positiva y agradable: La comunicación familiar es clave.
· Describirle cada alimento: Mostrarle su olor, textura, tamaño y temperatura para que pierdan el rechazo inicial a ese alimento y así les resulta más familiar.
· Involucrarlo en la preparación de los platos: Si los han preparado, estarán más dispuestos a probarlos.
· Dar varias opciones a probar en un plato: Se pueden combinar las nuevas con algunas que ya conozcan y les gusten.
· No insistir en que prueben o coman un alimento: tendrá el efecto contrario, y esa presión solo hará que se resista probarlo.
La efectividad de estas estrategias no ha sido completamente evaluada, como dicen los autores ya mencionados Caroline M. et al. (2015), ya que depende de una mayor comprensión de las consecuencias a largo plazo de este comportamiento alimenticio, las cuales aún no se han aclarado por completo.
Aun así, espero que con estos pasos podáis ayudar a vuestros hijos y volver a disfrutar de la hora de la comida en casa. Y, sobre todo, paciencia, aceptad la fase en la que se encuentran de este proceso alimenticio-conductual y ayudadles en la medida de lo posible.